La tarde del sábado de un día de invierno, los dos
Franciscos, para alegrar nuestros cuerpos y aliviar nuestras mentes decidimos
darnos un chapuzón …, de historia obviamente …, para ello nada mejor que
dirigirnos hacia los baños …, Baños de Gigonza, no faltaría más, y hacia ellos nos
encaminamos. La señorita del tiempo predijo buen tiempo en nuestra provincia a
medida que avanzara la tarde, por lo visto tomaríamos la misma en sus
comienzos, las dieciséis y treinta horas, porque nos calló encima una gorda
llegando al Pedroso, pensé que nos bañaríamos de verdad.
El pronóstico funcionó
a la altura de Paterna de la Ribera. La lluvia, muy diligente ella, avanzaba con viento
fresco derechita hacia Medina Sidonia,
seguro que a comprar alfajores.
Nosotros, disfrutando del paisaje y del cielo tan artísticamente
nublado que nos dejó la borrasca
pasajera, llegamos sin novedad a nuestro
destino. Aparcamos en las mismísimas puertas de la fortaleza medieval de
Saguntia, la mejor conservada de la comarca de Jerez de la
Frontera.
Saguntia fue una
aldea turdetana, ellos la bautizaron con dicho nombre, supongo que utilizando
las apestosas aguas sulfurosas (a huevos podridos) de uno de sus manantiales, a
fin de no desperdiciar la buena que todavía brota a escaso metros de nuestro
castillo.
Por ella pasaron romanos, visigodos, musulmanes …, estos
últimos fueron los constructores de la fortaleza, y como eran muy suyos, se encapricharon en llamarle de Xisgonza.
Pero ahí no quedó la
cosa, pasados unos añitos les fue arrebatada por un héroe legendario, que aún
permanece en la memoria de nuestra generación, más conocido como el Capitán
Trueno, que resulta que era de Jerez y que la pasó a un tal D. Alonso que según
cuentan, fue bastante bueno a pesar de mandar tanto.
Más tarde
pasaron por ella duqueses y marqueses. Uno de ellos que resultó bastante avispado,
pues tras una accidental caída en un charco de las aguas apestosas, observó con
sorpresa que su piel escamosa se le había curado. Se lo dijo a unos y otros y
se le ocurrió la feliz idea de fundar un balneario. También debió pasar por allí otro héroe legendario,
conocido por todos como el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, puesto que a todos
los molinos que vimos les faltaba un aspa. La historia como siempre se la
dejamos a los historiadores.
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