
A las afueras del pueblo de Espera, aproximadamente a un kilómetro y medio en el camino dirección a la reserva de las lagunas que llevan el mismo nombre de la población, nos encontramos con un escarpado y serpenteante monte, el monte de Esperilla, que oculta en su intrincado laberinto petreo una singularidad excepcional.
Se trata de un primitivo poblado iberromano, cuyo nombre parece según todos los indicios, que debio corresponder a la antigua Cappa, así aparece en el Anónimo de Rávena y perteneciente al "Conventus" de Gades, nombrada por Plinio. Su situación tan excepcional y estratégica debió de servir para controlar la vía romana que comunicaba Híspalis (Sevilla) con Baesippo (Barbate), cuyo punto más importante era la ciudad de Asido (Medina Sidonia) y por ello, así se denominaba dicha vía.
Los primeros restos parece que se remontan al Neolítico, en la que existió un pequeño poblado. Pero adquiere verdadera importancia como asentamiento en la época protohistórica, de la mano de fenicios de Gadir y los propios indigenas ibéricos , entre el s.IV y I a.C.
De esta fase púnico-turdetana, continuación natural del período tartésico, se conservan en el yacimiento numerosas viviendas, aljibes, murallas, restos del gran oppidum que debió ser por la altura de algunos de sus muros excavados completamente en la roca. Forman así un gran poblado rupestre muy indigenizado y que causa sorpresa y asombro al visitante. Hacia el sigloV d. C, parece apuntarse el abandono del lugar.
El entramado urbano del poblado está construido sobre la ladera oeste, la más resguardada. Desde el monte de Fatetar, a los pies del castillo, en el propio pueblo de Espera, se tienen unas vistas imponentes del cerro, como una serpenteante espina dorsal gigantesca.
Sus constructores aprovecharon la pendiente natural del terreno para edificar las viviendas excavadas en la roca natural, mientras el talud más abrupto, el que mira al este, le sirve de muralla ciclópea natural. Las calles para salvar la pendiente se hacían en escalera de las que se conservan bastantes. Para abastecerse de agua construyeron grandes aljibes que llenaban con el agua de lluvia. Incluso en algunas casas se conservan grandes piletas, algunas de ellas con sistemas de desagüe de unas a otras.
A fuer de ser repetitivo, insistir en la excepcionalidad y singularidad del yacimiento, sin duda, de los menos conocidos y sí más ignorados, pese a su interés, de todo el área gaditana...
Galería Fotográfica: http://picasaweb.google.es/Fruizse/Esperilla#slideshow/
Se trata de un primitivo poblado iberromano, cuyo nombre parece según todos los indicios, que debio corresponder a la antigua Cappa, así aparece en el Anónimo de Rávena y perteneciente al "Conventus" de Gades, nombrada por Plinio. Su situación tan excepcional y estratégica debió de servir para controlar la vía romana que comunicaba Híspalis (Sevilla) con Baesippo (Barbate), cuyo punto más importante era la ciudad de Asido (Medina Sidonia) y por ello, así se denominaba dicha vía.
Los primeros restos parece que se remontan al Neolítico, en la que existió un pequeño poblado. Pero adquiere verdadera importancia como asentamiento en la época protohistórica, de la mano de fenicios de Gadir y los propios indigenas ibéricos , entre el s.IV y I a.C.
De esta fase púnico-turdetana, continuación natural del período tartésico, se conservan en el yacimiento numerosas viviendas, aljibes, murallas, restos del gran oppidum que debió ser por la altura de algunos de sus muros excavados completamente en la roca. Forman así un gran poblado rupestre muy indigenizado y que causa sorpresa y asombro al visitante. Hacia el sigloV d. C, parece apuntarse el abandono del lugar.
El entramado urbano del poblado está construido sobre la ladera oeste, la más resguardada. Desde el monte de Fatetar, a los pies del castillo, en el propio pueblo de Espera, se tienen unas vistas imponentes del cerro, como una serpenteante espina dorsal gigantesca.
Sus constructores aprovecharon la pendiente natural del terreno para edificar las viviendas excavadas en la roca natural, mientras el talud más abrupto, el que mira al este, le sirve de muralla ciclópea natural. Las calles para salvar la pendiente se hacían en escalera de las que se conservan bastantes. Para abastecerse de agua construyeron grandes aljibes que llenaban con el agua de lluvia. Incluso en algunas casas se conservan grandes piletas, algunas de ellas con sistemas de desagüe de unas a otras.
A fuer de ser repetitivo, insistir en la excepcionalidad y singularidad del yacimiento, sin duda, de los menos conocidos y sí más ignorados, pese a su interés, de todo el área gaditana...
Galería Fotográfica: http://picasaweb.google.es/Fruizse/Esperilla#slideshow/
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