Según la tradición, la vieja ciudad fenicia de Gadir seria fundada alrededor del 1.100 a.c. Es decir, aproximadamente, ochenta años después de la famosísima guerra de Troya, hecho que conllevaría una verdadera convulsión en todo el Mediterráneo y más concretamente en su parte oriental y que haría que las viejas estructuras imperantes de la Edad del Bronce cayeran y fueran sustituidas por las nuevas de la Edad del Hierro.
Ese período convulso e incluso oscuro, pero a la misma vez muy fascinante daría lugar a una serie de movimientos de pueblos tanto por vía terrestre como también y lo que más nos interesa, por vía marítima.
Es el momento de la expansion de los llamados Pueblos del Mar y su irradiación por distintos lugares del Mediterráneo y es el momento del que también se nutren y harán eco, las posteriores leyendas cantadas por los poetas griegos, referidas al regreso de los héroes, los "nostois" y es, en definitiva también, el momento en que los fenicios o sidonios según el término homérico, se dedican a su expansión comercial definitiva hacia el occidente en busca de nuevas posibilidades.
Lo cierto, es que hasta ahora, no nos podemos remontar a una fecha tan antigua en los restos encontrados de la vieja Gadir, aunque hay algunos indicios y expectativas que prometen confirmar una cronología tan alta y su necrópolis no va mas alla del siglo VIII a.c. Necrópolis que continuará aún en época romana, pero esta vez, adaptandose ya paulatinamente, a los cambios de costumbres funerarias que impone la romanidad y que van adquiriendo poco a poco los gaditanos al obtener la ciudadania de pleno derecho, otorgada por Julio César en el 45 a.c.
Por su configuración paleotopográfica, la urbe se asentará en una isla pequeña, que los antíguos denominarán en sus textos como Erítya, mismo nombre dado por los griegos en sus mitos a una de las hespérides, hija de Atlas y de Nicte que junto a sus hermanas Egle y Hesperetusa, son las ninfas de poniente, hijas de la noche, según el poeta arcaico Hesíodo.
Por otro lado, la ciudad de los muertos, la necrópolis, se situará en la isla alargada, denominada en los textos como Kotinoussa ( isla de los acebuches o de los olivos silvestres). Ambas islas, estarán separadas por un brazo de mar, el antíguo paleocauce prehistórico del rio Guadalete, estableciendose con ello, una clara definición de límites entre ambos mundos, el de los vivos y el de los muertos. Retomando de nuevo, la analogía con las creencias griegas, todo aquel ciudadano de Gadir que una vez muerto se dirige al otro mundo mundo, deberá pues atravesar en barca ese brazo marino convertido en el puerto de la ciudad y que al recorrer su corto trayecto, cual laguna Estígia o río Leteo, el río del olvido, hará que deje atrás su vida pasada para ingresar definitivamente al mundo reservado a los difuntos, donde reposará para siempre en su tumba, bajo las ramas de los añosos olivos silvestres que dan nombre a la isla mayor y que además está bajo la advocación del dios más importante del panteón gaditano, el dios Melkart, pues en el extremo de esta, en direccíón divergente a la urbe, se asienta su sagrada morada, el Herakleion...
No hay comentarios:
Publicar un comentario